sábado, 3 de septiembre de 2011

La JMJ en cuatro pinceladas (II): Una visión personal

Decíamos en la anterior entrada...

Un regalo inesperado: los peregrinos. Como comentaba en la anterior entrega el autor de este blog no pensaba en ponerse el traje de voluntario, y ejercer como tal. Como mucho los peregrinos, los jóvenes, que iban a peregrinar a Madrid para celebrar su Fe y escuchar el mensaje del Evangelio por boca de sus pastores como el propio Benedicto XVI, iban a convertirse en un interés más profesional que religioso. Pues bien, truncada esta posibilidad y aún resistiéndome hasta el jueves de esa misma semana a aceptar la realidad, me hallé ante un obsequio inesperado cortesía de la JMJ (Jornada Mundial de la Juventud): los peregrinos, esos jóvenes que invadieron nuestras calles durante unos días de insoportable canícula.


Ese brillo en los ojos, esos cantos, esa alegría contagiosa o esa divina paciencia a prueba de problemas burocráticos, de condiciones climáticas extremas (como quedó patente durante la Vigilia del sábado en Cuatro Vientos) o de ocasionales incidentes (algún robo o extravío) lo había visto en Colonia o en Roma... Pero jamás la había experimentado tan próxima. Porque cuando iba de peregrino uno se centraba más en su grupo, en su círculo inmediato, aunque luego estableciera vínculos con otros compañeros. En Madrid ha sido completamente diferente, aquí he hecho imaginarias aguardando a mis compañeros peregrinos, arreglado alguna ducha o he ejercido de improvisado guía turístico.



Volvamos a esa atmósfera tan especial que impregna toda JMJ: Sonrisas, espontaneidad, generosidad, espiritualidad, paciencia y, sobre todo, el poner un rostro joven al Evangelio, a Cristo. Ha sido una forma muy viva y directa de impregnarse de la universalidad de la Iglesia, no de la de los bellos mármoles y la retórica alambicada sino la de las personas, la del AMOR. Porque seguramente habrá circunstancias de todo tipo y entre más de 2 millones de peregrino habrá quien no ha comprendido a que venía. Afortunadamente debieron de ser muy pocos...



Es cierto que nosotros dedicamos nuestro tiempo, que renunciamos a algunas comodidades para acogerles y auxiliarles, pero también es verdad que recibimos mucho a cambio.


Y tras la JMJ, ¿qué? La Jornada Mundial de la Juventud no sólo me ha costado una disminución en el espacio libre de la memora del ordenador sino que me ha dado fuerzas, para contemplar la locura de reengancharme como voluntario en Río de Janeiro. Veremos...


CODA: A pesar de lo anterior, la principal premisa para mi particular post jmj es más general: Me refiero a la inquietud de seguir buscando a Cristo, de acercarme más a su mensaje, de parecerme más a Él. Y todo esto realizarlo a través de los instrumentos que mi tiempo me permita. Posiblemente tendré que buscar nuevos terrenos donde desarrollarme y crecer como persona creyente fuera de mi Parroquia, bien en comunidades vecinas o por medio de otros compromisos (voluntariado, Cáritas, Manos Unidas, Centinela, etc). Todo esto se irá viendo en las próximas semanas y, supongo, que ya os enteraréis.


Gracias a nuestros peregrinos de Ciudad Juárez (México), Monterrey (México), Reinosa (México), Poitiers (Francia), Creteil (Francia), Vancouver (Canadá), China (Hong Kong), y Firenze (Italia).

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